¿Qué signos pueden indicar alguna dificultad en el desarrollo socioafectivo?

Es importante señalar que a nivel socio-afectivo puede ser un poco más difícil detectar señales de alarma. En el caso de observar algunos de los elementos aquí descritos, se deben también observar señales de las otras áreas de desarrollo, evaluar si hay situaciones en el entorno que pueden influir sobre lo socioemocional, revisar si hay cambios importantes en la rutina familiar o escolar que puedan generar cambios en esta dimensión.

Por esto, al igual que para las otras áreas del desarrollo, ante la duda es mejor consultar con especialistas que nos ayuden a orientar sobre si hay realmente o no una dificultad en esta área.

Bebés (antes del primer año de vida)

Que hacia los 6 meses de edad no sonrían, ni muestren ningún tipo de respuesta afectiva frente a la aparición de personas significativas (mamá, papá, hermanas y hermanos)
Ser en extremo “juiciosos”, “nunca lloran” y los adultos deben adivinar todas sus necesidades o estar muy pendientes pues podrían permanecer sin comer o sin cambiar de pañal mucho tiempo sin dar ninguna señal que advierta sobre estas necesidades.
Que no extrañen a las personas significativas (especialmente al acercarse al año), permaneciendo por largos períodos de tiempo con personas que les son desconocidas.
Que lloren con mucha frecuencia sin motivación aparente, rechaza el contacto físico.

Entre 1 y 4 años.

Cuando no establecen contacto visual cuando se les habla. Ni siquiera cuando la otra persona se ha puesto a su misma altura para establecer el contacto.
Cuando tienen muy baja tolerancia a la frustración, lloran con facilidad y es en extremo difícil calmarles.
Cuando no aceptan cambios en su ambiente o en sus rutinas, mostrando alta irritabilidad frente a cualquier cambio.
Cuando a pesar de haber adquirido el lenguaje oral o de señas (para el caso de las personas con diversidad funcional auditiva), se niegan a utilizarlo con personas distintas a sus padres – incluso si se encuentran en contextos familiares o deben expresar necesidades básicas como hambre, sueño o ganas de ir al baño.
Señales como comerse las uñas, masticar o chupar la ropa de forma insistente, comer pedazos de papel, o continuar chupando dedo cuando se van acercando a los 3-4 años. Cuando usan comportamientos autoestimulatorios de forma frecuente como aletear, balancearse, masturbarse.
Cuando se muestran muy bruscos con pares y adultos.
Si después de los 3 años no pueden reconocer sus objetos personales, los espacios y personas que les son familiares, así como los dibujos y trabajos que realiza.
Si con frecuencia lloran o se ríen sin motivo aparente.
Si muy frecuentemente se ven tristes o expresan sentirse así
Cuando parecen tener un afecto plano: rara vez sonríen, rara vez lloran, es difícil que se pongan furiosos, y/o no expresan miedo ni dolor.
Cuando tienen dificultad para identificar su cuerpo, o reconocerse frente al espejo.

A partir de los 5 años

Cuando se les hace muy difícil resolver conflictos pequeños con otras niñas y niños de su edad, reaccionan de manera excesiva y brusca, y deben siempre apoyarse en un adulto
Cuando se les dificulta dormir en las noches, ya sea porque no logran dormirse, se despierten muchas veces en la noche, o tengan pesadillas muy frecuentes
Si tienen cambios grandes en sus hábitos de alimentación (dejan de comer o comen en exceso)
Cuando no han logrado establecer vínculos con ninguna niña o niño en el colegio, o la familia.
Si siempre que juegan, lo hacen sólos y evitando el contacto con otros.
Cuando les da temor hablar con otras personas
Si los vemos llorar muy frecuentemente sin ninguna razón aparente
Si después de haber logrado control de esfínteres (ir al baño), retrocede en estos logros
Cuando se muestra inseguro en la realización de sus trabajos, no los inicia, repite muchas veces, borra todo, o los destruye al finalizarlos.
Cuando tiene una necesidad constante de buscar la aprobación de los adultos para realizar cualquier tarea, y al verse sólos se sienten en exceso angustiados.
Cuando no son capaces de reconocer sus errores. Mienten para justificarse, o ponen siempre la responsabilidad en otros, incluso en situaciones en las que saben que un adulto vio lo que pasó y sabe la verdad.
Cuando muestran temores extremos e irracionales
Si se golpean, arañan, o muerden a sí mismos

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