¿Cuándo dejar de hablar de una diferencia y hablar de un trastorno?

Como lo hablábamos en la primera parte, generalmente se llega a un diagnóstico de un trastorno cuando se identifica una diferencia SIGNIFICATIVA, que tiene un impacto MUY IMPORTANTE en el desarrollo de la niña o del niño. Esto se determina por el conjunto de informaciones recopiladas en las pruebas que se realizan durante la valoración por parte de un profesional de salud. Las pruebas pueden terminar con una serie de recomendaciones de acompañamiento adicional terapéutico o con ajustes pedagógicos importantes (y que las instituciones educativas deben estar en capacidad de proveer según las normas actuales). Si este el caso, podría existir una afectación amplia que requiera de un acompañamiento adicional al que cualquier niña o niño tiene a lo largo de su desarrollo.

Afortunadamente en los últimos años, se ha vuelto más claro para nuestras sociedades que las niñas y niños no son todos iguales sino diversos. Tienen habilidades y dificultades que varían mucho entre sí. Por tanto, el hablar de una diferencia no implica necesariamente ninguna carga positiva o negativa hacia esa diferencia. Es simplemente una verdad: todos somos diferentes. Pero cuando esa dificultad sea tan intensa que pueda ser clasificada como un trastorno, es importante prestar atención y generar acciones que apoyen a la niña o niño en sus procesos de desarrollo y aprendizaje. Cuando acá hablamos de acciones, no nos referimos únicamente a acciones que se originan en la niña o niño (terapias, refuerzos), sino también a las acciones de ajuste que debe realizar su entorno (ajustes curriculares pertinentes, cambios en la dinámica familiar para apoyar las estrategias terapéuticas o pedagógicas).

De lo que se trata en últimas, no es de curar ni de desaparecer ese trastorno. Sino de que la niña o el niño, puedan ser armónicos con su entorno.

En el campo del aprendizaje, con frecuencia son las familias o profesores quienes llaman la atención sobre una diferencia en el desarrollo o el aprendizaje de una niña o niño. Estas alertas generalmente se basan en lo que la familia ha experimentado con otros hijos, o sobrinos, o sus experiencias personales (Ej. Es que la hermana a esa edad ya hacía muchas más cosas, o… es que a mí también me costaba mucho trabajo leer y me diagnosticaron dislexia), los profesores han llegado a conocer en su experiencia con muchos grupos de estudiantes (Ej. Es que yo veo que Andrés intenta de verdad leer el texto, pero luego no ha comprendido nada. O… Pedro necesita moverse constantemente. Sólo es feliz en el recreo o cuando hacemos actividades con movimientos. De resto parece que se quisiera trepar por las paredes).  En otras ocasiones las levantan profesionales de salud que comienzan a identificar que el desarrollo o el aprendizaje va lento en una o más áreas (pediatras, psicólogos escolares, profesionales de los programas de crecimiento y desarrollo).

El llamado de atención sobre una diferencia no implica automáticamente que la niña o niño sea diagnosticado con un trastorno. Como lo veremos en la pestaña sobre manejo de las dificultades del aprendizaje, uno o más profesionales evaluarán a esa niña o niño para determinar si lo que se ha identificado como uno o varios elementos de diferencia con sus pares, son solamente eso: una diferencia. O si por sus características y el impacto que tiene en el desenvolvimiento de la niña o niño en su entorno (afectando no sólo lo académico, sino también su auto-concepto y relación armónica con el entorno), se configura un trastorno.

Recordemos que para determinar esto, los profesionales se basarán en criterios que se han definido en los manuales de diagnóstico. Estos criterios son una suma de signos que incluye también si la dificultad interfiere con el desenvolvimiento de la persona en uno o más de sus entornos naturales. Y por supuesto, aunque las pruebas validadas, los manuales diagnósticos, y los profesionales cuidadosos, buscan que el proceso de identificación de un trastorno sea lo más preciso posible, en ocasiones puede haber dudas. Y  también puede ocurrir que se incurra ocasionalmente en errores por no tener en cuenta ciertas variables del entorno de la niña o niño, o posibles sesgos en las pruebas usadas.

SI EN SU FAMILIA TIENEN DUDAS SOBRE EL DIAGNÓSTICO, HABLEN CON CON LOS PROFESIONALES QUE LO REALIZARON. PREGUNTEN SUS DUDAS, PORQUÉ NO VEN USTEDES EL DIAGNÓSTICO, QUÉ GUIÓ EL RAZONAMIENTO DEL PROFESIONAL. SI LAS DUDAS PERSISTEN, PUEDEN BUSCAR TAMBIÉN UNA SEGUNDA OPINIÓN.