En el campo del aprendizaje, con frecuencia son las familias o profesores quienes llaman la atención sobre una diferencia en el desarrollo o el aprendizaje de una niña o niño. Estas alertas generalmente se basan en lo que la familia ha experimentado con otros hijos, o sobrinos, o sus experiencias personales (Ej. Es que la hermana a esa edad ya hacía muchas más cosas, o… es que a mí también me costaba mucho trabajo leer y me diagnosticaron dislexia), los profesores han llegado a conocer en su experiencia con muchos grupos de estudiantes (Ej. Es que yo veo que Andrés intenta de verdad leer el texto, pero luego no ha comprendido nada. O… Pedro necesita moverse constantemente. Sólo es feliz en el recreo o cuando hacemos actividades con movimientos. De resto parece que se quisiera trepar por las paredes). En otras ocasiones las levantan profesionales de salud que comienzan a identificar que el desarrollo o el aprendizaje va lento en una o más áreas (pediatras, psicólogos escolares, profesionales de los programas de crecimiento y desarrollo).
El llamado de atención sobre una diferencia no implica automáticamente que la niña o niño sea diagnosticado con un trastorno. Como lo veremos en la pestaña sobre manejo de las dificultades del aprendizaje, uno o más profesionales evaluarán a esa niña o niño para determinar si lo que se ha identificado como uno o varios elementos de diferencia con sus pares, son solamente eso: una diferencia. O si por sus características y el impacto que tiene en el desenvolvimiento de la niña o niño en su entorno (afectando no sólo lo académico, sino también su auto-concepto y relación armónica con el entorno), se configura un trastorno.
Recordemos que para determinar esto, los profesionales se basarán en criterios que se han definido en los manuales de diagnóstico. Estos criterios son una suma de signos que incluye también si la dificultad interfiere con el desenvolvimiento de la persona en uno o más de sus entornos naturales. Y por supuesto, aunque las pruebas validadas, los manuales diagnósticos, y los profesionales cuidadosos, buscan que el proceso de identificación de un trastorno sea lo más preciso posible, en ocasiones puede haber dudas. Y también puede ocurrir que se incurra ocasionalmente en errores por no tener en cuenta ciertas variables del entorno de la niña o niño, o posibles sesgos en las pruebas usadas.