¿Cuáles son las dificultades del aprendizaje?

¿Cuáles son las dificultades del aprendizaje?

Existen muchas definiciones de dificultades y de trastornos de aprendizaje. Para el caso de los trastornos del aprendizaje, las definiciones más usadas y de mayor aceptación son las que traen los manuales de clasificación diagnóstica, que son en esencia las guías que usan los profesionales en salud. Estos profesionales reciben un entrenamiento que les ayuda a identificar signos que pueden indicar un trastorno,  y a diferenciar trastornos similares.  Adicionalmente hay una serie de pruebas que se han desarrollado y validado para ayudar en el proceso de diagnóstico de un trastorno. Esto, de alguna manera, nos pone en un terreno en donde “teóricamente” es fácil identificar un trastorno de un aprendizaje en una niña o niño. Decimos “teóricamente” porque todo criterio diagnóstico tiene una serie de matices importantes, y también porque la escogencia de las pruebas para orientar el proceso diagnóstico debe ser apropiada para la edad, cultura, entorno de quien es evaluado. Para el caso de las dificultades, el espectro es aún más amplio, porque la dificultad es un concepto que varía de persona a persona. Lo que alguien percibe como una dificultad puede no ser una dificultad para otra persona. Pero lo cierto es que cuando alguien (de la familia, personal educativo o de salud) levanta una alerta sobre el aprendizaje de una niña o niño… ¡Lo responsable es prestar atención!

Es necesario entender que las dificultades del aprendizaje no se generan en la niña o el niño mismo (como sí ocurriría por ejemplo en una enfermedad como la apendicitis) ni en el entorno (como ocurriría por ejemplo en el maltrato infantil), sino en la interacción entre la niña o el niño y su entorno.

¿Cómo explicar esto? Supongamos que Paola es una niña con una dificultad severa para leer. Si Paola vive en una comunidad en la que la lectura no es muy importante, o no hace parte del programa educativo de su colegio…. Esa dificultad “pasará bajo el radar” posiblemente ni siquiera sea remitida a una valoración, ya que no hay ningún impacto de su dificultad para su desarrollo y la relación con su entorno. Ahora… esto continuará siendo así si Paola no cambia nunca de entorno o si su entorno no le comienza a demandar más en la lectura.

Ahora tomemos a Andrés. Él tiene una dificultad leve para leer. Pero Andrés asiste a un colegio que tiene un enfoque en lectura y escritura.
Desafortunadamente, el profesor de Andrés no cuenta con las herramientas para generar las estrategias de acomodación que él necesita. En ese caso la interacción entre una dificultad leve y un entorno de muy alta demanda para el niño, potencia el impacto que tiene la dificultad en el desarrollo de Andrés y su relación con el entorno. Seguramente se le remitirá a una evaluación que encontrará que su dificultad entra en los límites de un trastorno de la lectura.

Supongamos ahora que Andrés cambia de profesores y en esta ocasión el entrenamiento de su nueva profesora permite que se le realicen las adecuaciones necesarias para disminuir el impacto de su dificultad en su desarrollo y su éxito escolar. Además, Andrés  inició terapias para abordar su dificultad particular. En ese caso, el niño  puede continuar con el mismo diagnóstico desde el punto de vista de su valoración clínica. Pero en la práctica, tiene una ligera alteración en el aprendizaje.

Es posible también que haya dificultades en un área del desarrollo, que cuando son evaluadas con detenimiento por un profesional cualificado para hacerlo, no llegan a ser consideradas como algo que interfiera con su desarrollo, aprendizaje escolar y su relación con el entorno.

Así las cosas, entendemos por Trastorno del Aprendizaje la condición en la que una niña o niño presenta una alteración de sus habilidades propias (de su perfil Neuropsicológico, sensorial, comunicativo como diríamos en lenguaje especializado) de tal magnitud que interfiere seriamente con sus posibilidades para aprender los usuales contenidos y exigencias escolares de su medio social, siempre que esa exigencia escolar sea razonable (y esto es totalmente subjetivo y depende de muchos elementos propios de la cultura de cada familia y entorno) y de que la estrategia pedagógica sea apropiada.

Según las estimaciones del DSM V (El manual de diagnóstico de uso común en el ámbito de la salud en su última versión), entre el 5 y el 15% de las niñas y niños en el mundo, tienen algún tipo de trastorno del aprendizaje. Estas cifras son muy variables de lugar a lugar.

La situación de la pandemia generó en muchos casos entornos más difíciles para aquellas niñas y niños con una dificultad de aprendizaje, y también dificultades para el acceso a los servicios que requerían. Esto seguirá viéndose reflejado en los años por venir, ya que los servicios de atención a la primera infancia y educación inicial, que son un primer paso para la identificación de estas dificultades, también se vieron impactados por la pandemia.