¿Cuáles son los principales logros de desarrollo socioemocional?

Entre el nacimiento y 1 mes

Se calman cuando les sostienen en brazos y responden positivamente al contacto, con movimientos de las extremidades, o miradas.

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Entre 1 y 3 meses

Interactúan con sus cuidadores, cuando están despiertos. Permanecen durante los primeros 2 meses, más tiempo dormidos que despiertos. Por esto las familias deben saber que el día estará más lleno de interacciones cortas y frecuentes (conversar, jugar, arrullar, acariciar varias veces al día), que de interacciones largas e infrecuentes

Durante la interacción las y los bebés miran la cara, sonríen y parecen estar contentos cuando el adulto se acerca, o como respuesta a la voz de la madre, padre o cuidador.

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Entre 3 y 6 meses:

Es más probable que las y los bebés inicien una interacción social con mayor interés. Sonríen para conseguir la atención de sus cuidadores, ríen a carcajadas cuando se estimulan con juguetes, contacto físico o sonidos, e intentan continuar el juego para mantener la atención de los cuidadores, y al acercarles las manos del adulto, las toman espontáneamente.

Disfrutan el juego del escondite (esconder su cara tras una sábana o trapo y “encontrarles” al quitarla)

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Entre 6 y 9 meses:

Muestran un rango emocional más amplio y preferencias más fuertes por las personas que les resultan familiares. Ya distinguen a sus padres y cuidadores de personas extrañas, e incluso lloran, o tienen gestos de desconfianza si esa persona extraña les toma en brazos o intenta acercarse demasiado. Pueden así expresar más emociones claramente diferenciadas (agrado, desagrado, incomodidad,) y los padres y cuidadores las van reconociendo.

Un gran juego es ponerles frente al espejo. Les fascina su imagen reflejada, tocará el espejo, podrán darle palmadas, sonreír y hacer sonidos.

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Entre 9 y 12 meses

A medida que se acercan al primer año, la imitación y la independencia ganan importancia.

Cada vez  responderán más activamente frente al lenguaje (ya miran cuando les llaman por su nombre) y ante gestos indicativos (muéstrame el oso, dónde está el tete etc.).  También participan en juegos haciendo rodar una pelota, mandando besitos, haciendo las palmas, cubriéndose o descubriéndose, e incluso pueden mostrar desagrado frente a la pérdida de un juguete.

Tienen interés en alimentarse solas o solos explorando alimentos y llevándose comida con sus manos a la boca, intentando coger los alimentos con la cuchara, o sosteniendo y llevándose la taza a la boca.

En este período pueden llegar a demostrar gran ansiedad cuando se les separa de las principales personas que los cuidan, y mostrarlo con llanto y sus expresiones faciales.

Esta es una etapa interesante y con retos para las familias. Por una parte es necesario tener en cuenta que los entornos están seguros pues es la época en la que tienden a explorar, y se alejan de su cuidador principal gateando o arrastrándose. Pero por otra parte, no se debe ir al extremo de la sobreprotección (no permitirles explorar por el miedo a todas las cosas). La sobreprotección a veces es tan dañina como la falta del debido cuidado. A veces, ¡aún peor!  Todo el proceso del neurodesarrollo tiene un hilo conductor: el viaje a la autonomía; pero, ¿cómo realizar ese viaje si siempre tengo una sombra al lado y yo no soy más que una “mochila” que cargan a todas partes…

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Entre 12 y 24 meses

En estas edades, empiezan a tener más conciencia de sí mismos y de su habilidad de hacer que las cosas sucedan. Se expresan con un rango más amplio de emociones y es más probable que inicien la interacción con otras personas. Demuestran afecto de manera intensa por sus familiares y otras personas de su círculo cercano. Abrazan un muñeco de peluche u otros juguetes.

En esta etapa y gradualmente, la mayoría se reconocen a sí mismos en fotos o en el espejo, y se sonríen o se hacen caras. Pueden también reconocer partes de su cuerpo cuando se les dice: muéstrame tus ojos, tu nariz, etc. También hacia los 15 meses pueden mostrar un objeto o juguete de su gusto a los cuidadores. Se sorprenden y parece que disfrutaran del reconocimiento de haber logrado algo, por ejemplo: aplauden, sonríen, se sonrojan.

Es una edad propicia para seguir pequeñas rutinas de la vida diaria (el baño, acostarse, comer, vestirse y desvestirse, ayudar a guardar juguetes).

La experimentación permite que entren en contacto con diferentes superficies y texturas en todo su cuerpo, se espera que interactúen sin demostrar desagrado o malestar en su rostro, contraer el cuerpo o llorar.

Imitan comportamientos adultos en el juego (por ejemplo: hablar por teléfono),pero también pueden observar a otros niñas y niños e intentar imitarles ( por ejemplo si un niño saca un juguete de la caja, irán también a sacar uno).

Aprenden a aplaudir y les gustan canciones que inviten a hacerlo junto con su cuidador “arepitas” “torticas” “palmitas”. Después pueden aplaudir también cuando están emocionados.

Empiezan a tener interés por mirar algunas páginas de un libro en compañía de padres o cuidadores.

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Entre 2 y 3 años:

Empiezan a sentirse “hacedores” más poderosos y creativos. Exploran todo, demuestran un fuerte sentido de sí mismos y expanden su rango de destrezas de autoayuda. La independencia es un gran desafío.

En busca de esa independencia empiezan su proceso de control de esfínteres indicando sus necesidades (orina y deposición), también pueden ayudar a vestirse y a desvestirse.

Cada vez son más firmes y enérgicos acerca de sus preferencias y pueden decir que no a los pedidos de los adultos. Es el momento de empezar a estar – como adultos – alertas a cómo se van afirmando en sus preferencias, sus gustos, sus miradas sobre la vida, sus formas de habitar el mundo. Las familias amorosas y comprensivas, apoyan estas tomas de posición y se alegran al ver como sus hijas o hijos van delineando su propia personalidad.

Ahora bien, es también el momento de empezar a ayudarlos a entender que ¡lo que hay que hacer hay que hacerlo, y lo que no se puede hacer, no se puede hacer! Esto es, que existen imperativos que son – y serán – inescapables para poder coexistir. Y que estos imperativos, no necesariamente nos van a gustar siempre. Esto en muchas ocasiones no es fácilmente comprensible para la niña o niño. Y tendemos a extendernos en explicaciones que no son apropiadas para su edad de desarrollo. A veces hay cosas que simplemente: son!. Por ello, la “receta” para acompañarlos en esta etapa retadora es: primero el amor, segundo la sensatez y finalmente, la firmeza. “Es que yo quelo” no es pasaporte ilimitado. Los límites son aquellos de la convivencia con nosotros y con otras personas del entorno.

En esta etapa empiezan a autoevaluarse y a desarrollar nociones de sí mismos como buenos, malos, atractivos, etc. Por esto la importancia de la manera como nos dirigimos a las niñas y niños. Pues realmente desde muy pequeños pueden ir reforzando la construcción de un sano auto-concepto.

Demuestran conciencia de sus propios sentimientos y gradualmente de los de los demás, y hablan sobre ellos, los identifican y nombran (estoy bravo, estoy triste, etc.) Se dan cuenta cuando otros están tristes, molestos o quizá se han golpeado, y pueden acercarse a la otra persona a darles un abrazo, o a mirarles. También miran la cara del adulto para ver cómo reaccionar en una situación nueva para ellos.

Experimentan cambios de ánimo rápidos y demuestran en algunos casos un temor aumentado (por ejemplo: miedo a la oscuridad o a ciertos objetos. Esto se da más por ser desconocidos que por haber tenido una experiencia negativa previa).

Alrededor de los 30 meses le muestran al adulto lo que pueden hacer diciendo: “¡Mírame!”.

Siguen rutinas simples como ayudar a recoger juguetes cuando les dices: “Es tiempo de recoger” o “ ..a guardar”

Disfrutan del juego paralelo que es un juego “en solitario”, pero que se realiza cerca de otras niñas y niños que están jugando.

Es probable que:

1. Miren a otras niñas y niños, y se unan brevemente para jugar con ellos.

2. Defiendan sus juguetes

3. Empiecen a jugar a las casitas asumiendo un rol

4. Usen objetos en el juego asignándoles roles

5. Participen en actividades grupales simples, como cantar, aplaudir o bailar

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Entre 3 y 4 años

A medida que mejoran su habilidad y sus destrezas de autoayuda, se vuelven más independientes. Expresan su deseo de querer vestirse, comer, ordenar sus juguetes, realizar tareas del hogar, completar sin ayuda tareas simples con la comida, como servirse agua o jugo, untar algo en el pan o la galleta (con cuchillos sin punta o romo), lavarse las manos, sin ayuda. Usan expresiones como “yo solita/o”, “yo puedo”

Muestran mayor interés por las otras niñas y niños y es más probable que inicien juegos o participen en juegos compartidos, tomen turnos en un juego, etc. Empiezan el juego dramático, con representación de escenas completas (como viajar, simular ser animales, o personajes de cuentos)

También empiezan a reconocer características asociadas al género.

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Entre 4 y 5 años:

A esta edad son más conscientes de sí mismos como individuos, demuestran cierta comprensión del razonamiento moral (exploran ideas sobre los comportamientos buenos o malos), se comparan a sí mismos con los demás.

Saben cuantos años tienen y pueden expresarlo verbalmente (o con señas en el caso que este sea su lenguaje).

Están muy interesados en las relaciones con otras niñas y niños. Desarrollan amistades, expresan más conciencia de los sentimientos de otras personas, demuestran interés en explorar las diferencias sexuales, disfrutan del juego imaginativo (como disfrazarse o jugar a la casita), proponen juegos y llevan el juego dramático más cerca de la realidad prestando atención a los detalles, al tiempo y al espacio.

A los 5 años ya pueden hacer tareas sencillas en casa, como buscar parejas de calcetines, guardar ropa en su closet (si alcanzan en altura), o llevar sus platos y vasos a la cocina después de comer.

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