Con esto entendido, no nos será difícil acompañar a nuestro hijo/a por el proceso de tramitar de la mejor manera posible sus aprendizajes, su escolaridad, su relación con sus pares para dejarlo a las puertas de imaginar sueños y anhelos que se concretice en un PROYECTO DE VIDA. Entenderemos que sí es pertinente buscar apoyos en la infraestructura terapéutica pero sin dejar de lado el hecho de que muchas veces bastan algunas modificaciones en las realidades pedagógicas, en las relaciones con los demás (padres incluidos), en las motivaciones y los anhelos, en fin, en las razones para levantarse por la mañana.
Si nos encontramos frente a una dificultad en el aprendizaje que nos ha sido reportada por el colegio, o que hemos identificado nosotros como padres, el primer paso es realizar consultas especializadas. En el área médica, estas consultas pueden implicar consultar con pediatría, neuropediatría, y/o psiquiatría infantil según sea el caso. En el área terapéutica pueden implicar consultar con neuropsicología, psicología, fonoaudiología o terapia ocupacional. Entraremos en más detalle sobre los roles de todos estos profesionales en el siguiente apartado (A QUIÉN CONSULTAR)
Si la dificultad ha sido identificada dentro de la consulta de crecimiento y desarrollo, o la de pediatría, es posible que ellos mismos nos realicen las remisiones para las consultas más indicadas para el caso.
Como ya lo hemos mencionado, estas primeras consultas pueden culminar con la conclusión de que la dificultad no tiene el “tamaño” o el impacto, para requerir un acompañamiento terapéutico. Acá por ejemplo puede pasar que encontremos que nos han sugerido actividades lúdicas, recreativas que puedan aportar a la niña o el niño mayor estimulación en las áreas que lo requieren (por ejemplo hacer algún deporte, jugar juegos que sean grupales, aprender música, artes, etc). También puede pasar que los profesionales involucrados nos den algunas pautas para acompañar de forma mejor el aprendizaje de nuestras hijas o hijos, y posiblemente también otras pautas de sugerencia para los colegios. O que nos orienten a cambiar nuestro propio foco de pronto demasiado orientado a la perfección, para darle cabida a la idea de las niñas y niños diversos y por tanto con habilidades diversas.
Ahora. Si ya nos han entregado un diagnóstico es porque la niña o niño pasó por un proceso de valoración por parte de uno o más profesionales de la salud, que tras dicho proceso llegaron a esta conclusión diagnóstica. Recordemos eso sí, que la conclusión diagnóstica o la “etiqueta” no es más que un nombre. Pero que nuestra hija o hijo, no se convirtieron ahora en la dislexia, la hiperactividad o la inatención. Siguen siendo niñas y niños y necesitan nuestra cercanía afectiva. Y en este momento de cambios y ajustes, aún más.
Convivir con la realidad del diagnóstico, requiere que el acompañamiento familiar se caracterice por la afectividad y una constante presencia y acompañamiento en el desarrollo. La aceptación del diagnóstico y lo que esto conlleva nos permitirá incorporar esto a nuestra realidad, y ajustarnos en lo familiar.
Comúnmente en nuestro sistema educativo y también al interior de la familia, tendemos a comparar a nuestros hijos con sus compañeros o familiares (hermanos, primos etc.). Cuando se presenta un diagnóstico es importante ser aún más cuidadosos con estas comparaciones. Estas no sólo afectan al niño o niña sino que deterioran el vínculo afectivo con nuestros hijos generando culpas en ellos, que no ayudan para el adecuado manejo de las situaciones que se viven en la vida cotidiana.
Aquí también es pertinente una llamada de atención: con alguna frecuencia, el ERROR es tramitado por las familias como CULPA. Entendamos: el error no es un accidente inesperado y desafortunado en la cotidianeidad de las niñas y los niños; el ERROR HACE PARTE DE LA INFANCIA. ¿Por qué? Porque en esta etapa, todos los días es la primera vez. ¿Cómo le fue a usted la primera vez que.. -prendió el carro o la computadora, invitó a alguien a bailar, preparó una receta, se enfrentó a las rutinas de su nuevo trabajo? Mal, por supuesto. ¿Por qué? Porque era la primera vez. Pues bien, para las niñas y los niños, todos los días es la primera vez: cuando ya saben contar…ahora hay que sumar; cuando ya saben multiplicar por un dígito…ahora hay que sumar por tres dígitos; cuando ya pueden hablar de Sócrates…ahora hay que hablar de Spinoza; cuando ya saben de la fotosíntesis…ahora hay que explicar el Big Bang; cuando ya saben como socializar en un grupo de tres niños…¡¡¡ahora hay que ir a una fiesta y bailar!!! TODOS LOS DÍAS ES LA PRIMERA VEZ. ¿Y cómo les debe ir? ¡Mal, por supuesto! No se trata por supuesto de patrocinar o celebrar constantemente el error; pero sí de no satanizar o culpabilizar a la niña o el niño por el error.